Alfabetización digital crítica

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aprendizaje, tecnología, TIC

12 noviembre 2020

siatdi2«Nos encontramos inmersos en una carrera tecnológica que dura ya siglos. Vivimos un momento en que no existe la discusión sobre si queremos o no queremos las herramientas digitales, o si son buenas o malas. Están ahí», reflexiona Inés Bebea en la guía de Alfabetización digital crítica, «lo que está en nuestra mano ahora es cómo las abordamos«. Se trata de un entorno cambiante ante el que, como usuarios, podemos «adaptarnos mansamente a las directrices de la eficacia» o «implicarnos transformarndo su uso para provocar el pensamiento crítico, creativo, ético; para explorar formas de humanizarnos en un mundo digitalizado», plantea la autora, «¿cómo lo haremos? ¿sobre qué pedagogía? ¿cómo construir una utopía que materialice ese mundo digital?»

Todos tenemos derecho a saber, saber sirve para participar y hay que participar para construir un mundo más justo

Lorenzo Milani

La evolución de las telecomunicaciones

Tomando la cita de Milani como premisa, Bedea analiza el desarrollo de la tecnología a lo largo de la historia, su labor como transmisora de conocimiento y la manera de influir en el pensamiento del ser humano: «La comunicación de mensajes a lo largo de grandes distancias es tan antigua como la humanidad, que ha utilizado el fuego o el humo» para compartir información. Igualmente, «el transporte de mensajes escritos es tan antiguo como la escritura. Generalmente se disponía de una persona que transmitía el mensaje memorizándolo en el punto de partida o portándolo en una carta», describe la autora. Pasando por el Antiguo Egipto y la aportación al avance de las telecomunicaciones, la guía analiza la evolución de las infraestructuras hasta llegar al telégrafo, el teléfono y los métodos de intercambio de información más contemporáneos, donde el software tiene un papel fundamental.

La tecnología como medio, la persona como fin

«El software es la parte intangible del ordenador, contiene la lógica que rige su funcionamiento. Esta lógica está escrita en código. El código del sistema operativo controla qué hace el ordenador en cada momento, lo que vemos en la pantalla y lo que nosotros mismos ordenamos, así como otros miles de instrucciones que no son visibles para el usuario.

El ser humano necesita herramientas a su servicio, ser capaz de controlarlas y confiar en que el programador que lo elabora lo hace en pro de su utilidad y del bien común. Esto puede esperarse del software libre en tanto puede ser revisado por cientos de programadores, pero no del software privativo creado con fines eminentemente comerciales. Con el software libre, los programadores son libres ya que toman decisiones y crean con pleno conocimiento técnico, aunque no así los usuarios, que pueden confiar en ellos pero no tienen las riendas.

Los usuarios necesitan plena conciencia para poder ejercer  su libertad.

La libertad que obtienen los programadores implica también responsabilidad. No se trata de programar cada uno lo que quiera y compartirlo legalmente, sino de crear programas que respondan a las necesidades humanas profundas, y a la realidad de la sociedad. Tanto las personas programadoras como usuarias hemos sido educadas en un sistema que prima la cantidad sobre la calidad, la forma sobre el fondo, el tener sobre el ser. Si bien los usuarios precisan avanzar en conocimientos técnicos, ambos podrán caminar juntos hacia su humanización«.

El software como pieza para construir una sociedad libre

«El software libre significa un gran avance en cuanto a las formas y las normas, pero queda mucho por recorrer en cuanto al fondo: libertad de pensamiento, libertad de conciencia. El sistema operativo pone cara a la máquina: mediante iconos, botones y ventanas, simplifica algo muy complejo que sucede en su interior. Una simplicidad activa una complejidad, de manera que unos gestos sencillos nos permiten poner en marcha una complejidad electrónica y matemática. Complejidad que no necesitamos conocer al detalle, aunque sí en esencia pues la herramienta nos sirve de reflejo: el arado fue reflejo de la sociedad rural, la fábrica en la sociedad industrial y el ordenador en la sociedad post-industrial.

Hay una gran diferencia entre saber utilizar un cajero y entender cómo funcionan los bancos

La libertad es una cuestión práctica; un problema teórico se resuelve cuando conocemos la solución, un problema práctico no se resuelve al conocer la solución sino al ponerla en práctica, y ahí viene la complejidad: sentimientos, prejuicios, miedos, intereses enfrentados, conflictos. Conocer la naturaleza humana más esencial nos guiará para saber por qué, cómo y para qué utilizar las herramientas para ser más personas. Existen experiencias educativas centradas en la educación para la paz, desde la no violencia y la libertad de conciencia. Stallman definió un software libre para una sociedad libre, pero ¿qué sucede con una sociedad que no conoce su complejidad como personas? ¿Podría asumir que con un clic se resuelve todo? Fácilmente aceptamos que hay una gran diferencia entre saber utilizar un cajero y entender cómo funcionan los bancos y los mercados financieros, entre introducir el voto en la urna y comprender la democracia. Una sociedad libre necesita personas libres. De la misma manera que el obrero reforzó su cultura frente a la máquina, en la fábrica, encontrando aquello que lo humanizaba, esta búsqueda de la libertad deberá ser impulsada por los usuarios de una forma que aún está por descubrir».

Fuente: Alfabetización digital crítica, Inés Bebea